Muchas veces parecía que iba a ser posible

Me acuerdo bien de la llegada al Vaticano del presidente de Rusia, Vladimiro Putin. Llegó en junio del 2000. Altivo, lucía su independencia, su importancia. Pero sorprendió a todos positivamente con un gesto: En la biblioteca, se hallaba en un estante el ícono de la Virgen Maria de Kazan. Durante la visita, Putin de golpe preguntó si podía besar al ícono. “Por supuesto”—respondió Juan Pablo II. Entonces el presidente de Rusia se acercó a la Virgen, se persignó, y la besó. Todos se quedaron muy sorprendidos.

Ese mismo año, el Santo Padre transfirió el ícono a una Iglesia Rusa Ortodoxa: En el nombre del Papa, una delegación especial llevó al ícono bajo la directiva del Cardenal Walter Kasper. Antes que eso, el Santo Padre hubiese preferido llevar el obsequio personalmente a Rusia, pero eso no resultó. Hubo conversaciones y proposiciones con los patriarcas, y en cierto momento, el patriarca Alexy se iba a encontrar con Juan Pablo II en Viena, luego en Suiza. El Santo Padre estaba muy esperanzado, pero nunca se cumplió su deseo. La Peregrinación a Rusia quedó como un sueño no realizado…

El Secretario de Dos Papas—conversaciones con el Padre Arzobispo Mieczyslaw Mokrzycki.

Publicación Literaria.

Traducido al español por Jadwiga Orzechowska-Ancaya