Trabajábamos muy intensamente. Hacia el final de los años setenta, durante el principio del pontificado de Karol Wojtyla, imprimíamos diariamente un promedio de veintisiete o veintiocho mil ejemplares de la versión italiana del “L’Osservatore Romano”. La versión polaca existía en una edición mensual que enviábamos a Polonia por tren, y más tarde por camiones—quince mil ejemplares a la vez. También había una versión hispana con veinticinco mil ejemplares. Otra en la misma cantidad del “L’Osservatore” en alemán, y quince mil en ingles. Y eso no era todo.
La circulación y el contenido del periódico estaban ligados a la enorme actividad del Papa polaco. Muy raramente contenía seis hojas. Imprimíamos por lo menos ocho hojas, y a veces doce, catorce, y hasta dieciséis. No nos faltaba material para redactar. A veces teníamos que dejar material para el día siguiente, pues no cabía.
Durante ese tiempo de trabajo intenso, tuve contacto diario con JPII por veintisiete años! El me repetía: “ Acuérdate que aquí conmigo es como si estuvieses en tu casa”. Nuestra relación estaba basada en una gran confianza mutua. El Papa y el Padre Dziwisz sabían que podían encargarme un trabajo definido y que yo lo cumpliría como se debe.
Magdalena Wolinska-Riedi “Ocurrió en el Vaticano”
Publicación Znak. Cracovia 2020
Paginas: 78-79