Nuestra tradición polaca de cantar villancicos tiene más de cien años. Pero ahora me refiero a otra tradición que atestigua a la importancia de los encuentros con el Papa Juan Pablo II para compartir la oblea (hostia bendecida). Luego de Su muerte cada año en la mañana de la Vigilia de Navidad, los polacos que viven en Roma se reúnen al pie de Su tumba y rezan. Pero también Le cantan Sus villancicos preferidos.
“Queremos cantarle Sus villancicos”, dijo durante una de esas misas el Cardenal Stanislaw Rylko. “Queremos recordarnos de Sus palabras y sermones, y compartir con Él la oblea”
El cardenal nos hizo recordar durante su sermón que Juan Pablo II había sido muy fiel a esos encuentros navideños y que a pesar de estar atareado nunca los omitió. También, que el Santo Padre descubría en los villancicos polacos la profundidad de las almas de Su pueblo y pedía a los fieles a contemplar esa verdad.
“Nos enseñaba”, dijo el Cardenal Rylko, “como los villancicos polacos nos guían al misterio más profundo: la encarnación del hijo de Dios. Su villancico preferido era: ‘Bog Sie Rodzi’ (Dios ha nacido)”.
Hoy venimos a Él, como cada año, para conservar nuestras hermosas tradiciones que tanto Él valoraba.
Con el permiso del Padre Arzobispo Mieczyslaw Mokrzycki—“El lugar para todos”.
Publicación Znak, Cracovia 2013.
Traducido al español por Jadwiga Orzechowska-Ancaya