En ese entonces, Juan Pablo II solía entrar a la Universidad de Roma, Tor Vergata (situada en la calle Cracovia 50), por la puerta de atrás. Luego se dirigía al gran escenario a donde lo esperaban dos millones de personas jóvenes. Pero en el último trecho tenía un problema: no podía subir por los escalones. Un día, yo lo vi de cerca. En ese momento, estuve parada a pocos metros de Él con otras tres personas. Vimos como luchó con Su debilidad física y su dolor. Finalmente, levantó Su bastón y golpeó a los escalones con fuerza. Fue la única vez en la vida que vi como el Papa manifestó su enojo, y sentí Su sufrimiento e impotencia física dentro de mí.
Desde entonces, la condición física del Santo Padre empeoró en el transcurso de las próximas semanas y meses. Durante ese tiempo yo lo acompañé diariamente, ayudándole como podía en Sus actividades y problemas técnicos.
Magdalena Wolinska-Riedi: “Eso pasó en el Vaticano” (Pagina 199)
Publicación Znak, Cracovia, 2020