Le pesó mucho la negación

Esa preocupación ocupaba los pensamientos del Santo Padre y de Sus colaboradores cada vez con más frecuencia. La Sede Apostólica tenía que hacer todo en su poder para evitar guerras en el Medio Oriente, y también para que esas guerras no tengan un carácter de conflicto religioso. La Fe en Dios no podía resolver a los problemas usando a las fuerzas armadas. Sería una blasfemia pensar lo contrario! Por eso, de acuerdo con el espíritu de Asís, era imprescindible hacer todo lo posible para profundizar el diálogo entre religiones mono-teísticas, y con otras religiones.

Juan Pablo II planeó a una peregrinación de jubileo para el año 2000—siguiendo a los pasos de Abran, Moisés, Jesús, y Pablo.

Iba a ser una peregrinación a los lugares donde nació el cristianismo, a los lugares donde el mismo Dios vivo había dejado a Sus “huellas”.

Pero, no hubo un acuerdo con respeto a la primera etapa del viaje, a la ciudad de Ur, en la vieja Caldea (hoy parte de Babilonia), en Iraq. El Papa fue obligado a empezar Su peregrinación en el Vaticano, con una celebración recordando a Abran.

Naturalmente, el Papa se sintió triste por la negación de Su pedido. Más que nada porque no hubo entendimiento de Su deseo de seguir a la senda de Aquel quien es también considerado padre en la fe musulmana.

Con el permiso del Padre Cardenal Estanislao Dziwisz—“Testimonio”.

Publicación TBA, comunicación de marketing. Varsovia 2007.