Albania socialista, “el primer país ateo del mundo”, descubrió un método simple de luchar con la religión: su prohibición en todas las formas, aun en lugares privados. Así lo estableció el artículo 37 de la constitución de Albania del año 1976: “El país no reconoce a ninguna religión, pero apoya y propaga el concepto materialista y científico del mundo”. El artículo 55 del código penal castigaría severamente a “toda actividad o propaganda fascista, anti-democrática, religiosa, anti-socialista, o guerrera”. (…)
Estas represiones en Albania nos recuerdan a los peores años del estalinismo, con sus castigos tan crueles. Hasta preguntaban a los niños albaneses en las escuelas: “Sus papás se persignan? Tu mamá tiene el rosario? El terror impuesto por las autoridades enloqueció a los ciudadanos de Albania. Elisabeth y Jean-Paul Champseix, quienes habían sido profesores de francés en Tirana, contaron que algunos alumnos de literatura francesa por miedo hablaban de las obras de Antoine Exuperio! (…)
En el año 1980 Juan Pablo II ya mostró interés en ese pequeño país del otro lado del Mar Adriático, a donde perecieron asesinadas miles de personas. En octubre del 1980, durante Su visita a Apulia (200 km en línea directa de Tirana), por primera vez el Papa Polaco extendió Sus brazos y expresó Su preocupación a los albaneses. Dijo que “compartía los sufrimientos de Sus hermanos y hermanas albaneses”.
Bernard Leconte “El Papa quien derrumbó a Lenin”; Publicación CLD, Tours 2007