A muchos expertos y comentadores en asuntos religiosos les llevó bastante tiempo hasta que entendieron a Juan Pablo II, a Su personalidad, a Sus enseñanzas, y a Su manera tan específica de dirigir a la Iglesia Católica. Pensaban que podían aplicar a Él los acostumbrados esquemas culturales, ideológicos, y políticos. Mientras tanto, los hombres de fe simple, pero autentica y transparente—como el humilde siciliano—sabían al instante como interpretar lo verdadero del Papa. Pudieron entender de donde provenía la extraordinaria riqueza de ese hombre Quien fue siempre autentico. Se dieron cuenta que toda Su vida estaba imbuida en el Evangelio.
Sin embargo, existe un cierto riesgo, un riesgo objetivo. Quizás debido al tiempo transcurrido, a la corta memoria del hombre de hoy, o a la tendencia de la sociedad de archivar a personas eminentes lo más pronto posible. Está el peligro que la memoria colectiva de Juan Pablo II quede conservada en forma nostálgica o sentimental. Y que esa memoria se manifieste solo en Sus fotos o estatuas, o en los miles de hospitales, orfanatos, parques, calles, y oratorios que llevarán Su nombre…
Con el permiso del Padre Cardenal Estanislao Dziwisz—“Al lado del Santo”
Publicación San Estanislao BM, Cracovia 2013
