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En Cada Rincón se Olía a la Primavera y los Dulces

“El desayuno de Pascua de Juan Pablo II era muy tradicional, en familia. Solamente con las personas más cercanas. Sin invitados. Solo el Santo Padre, las hermanas de caridad, y nosotros”—dice el Arzobispo Mokrzycki.

“Era una atmosfera casera. El Papa bendecía a la comida preparada sobre la mesa. Luego, de acuerdo a nuestra vieja tradición, compartíamos las rodajas de huevos, mientras que nos deseábamos mucha salud y felicidad. El Santo Padre nos deseaba la bendición de Dios.”

El Arzobispo cuenta que a veces se unía a ellos el Padre Profesor Styczen a quien el Santo Padre trataba como a alguien de la familia. La mesa de Pascua en el departamento papal estuvo siempre bien decorada con flores, mucho verdor, y ramas de palmeras, pues las hermanas de caridad eran muy hacendosas—dice el Arzobispo. Ellas mismas pintaban los huevos con diseños polacos. Nosotros no podíamos hacer mucho, porque no teníamos tiempo, pero apreciábamos su trabajo.

Así como para la Navidad, así también para Pascua teníamos la comida rodeada de un ambiente festivo. En cada rincón, se olían la primavera y los dulces, al igual que en nuestras casas en Polonia. La única diferencia con la Navidad era que la Pascua era más spiritual en carácter—por esa no teníamos invitados. Luego del desayuno rezábamos, y luego el Santo Padre se preparaba para celebrar la Misa.

La Misa la celebraba enfrente de la Basílica de San Pedro. En la plaza había presentes miles y miles de personas esperando al mensaje de Pascua y a la bendición Urbi et Orbi. Durante el mensaje pascual, el Papa siempre se refería a lo que había preparado para la Cuaresma—nos explicó el Prelado Ptasznik. No era un sermón acerca de cómo solucionar los problemas morales. Era un mensaje proclamando a Cristo Resucitado con todo el entusiasmo de la Fe.

Ese entusiasmo lo tenía Juan Pablo II más que nunca en el día de la Resurrección del Señor—asi nos dice el Arzobispo Mokrzycki—era como si el Santo Padre tuviese alas. A pesar de que en los últimos años ya estaba bien débil, se sonreía mucho. Decía bromas. Como por ejemplo cuando recibió para Pascua un huevo de chocolate de un metro y medio de altura. Luego regalamos el huevo al Hogar del Nino, o a un jardín de infantes. Cuanta alegría le causó eso!

Con el permiso del Padre Arzobispo Mieczyslaw Mokrzycki—“Un lugar para todos”.

Publicación Znak, Cracovia, 2013.