El Blanco de la Nieve se Mezcló con el Blanco de las Vestimentas del Santo Padre

Juan Pablo II gustaba pararse y conversar con la gente común italiana, a quienes encontraba en los caminos de montaña por donde Le gustaba caminar. Esas ocasiones eran raras pues fueron “robadas” de las intensas obligaciones papales. Esos días, transcurridos en contacto con la naturaleza, ayudaron al Papa a fortalecer Su alma y Su cuerpo.

Adamello, Lorenzago, Gran Sasso, el Valle de Aosta . . . En todos esos lugares el blanco puro de las nieves se mezclaba con el blanco de las vestimentas del Santo Padre. También es importante mencionar a las Montañas Molise y Sus visitas a Agnone, a donde nació el prefecto Marinelli, un lugar al que Juan Pablo II quiso venir a menudo. En ese pueblito el Papa visitó a la fundición de   campanas perteneciente a la familia Marinelli, y participó con mucho entusiasmo en el proceso de fabricar a la campana que luego recibió como obsequio. Esa campana fue enviada más tarde por el mismo Santo Padre a la sede de la Organización de Naciones Unidas. Fueron grabadas en dicha campana las palabras del profeta Isaías: “Ninguna nación levantará a sus espadas en contra de otra nación, ni empezará a una guerra”.

El prefecto Marinelli, con otros habitantes del pueblito, quiso agradecer al Papa en esta manera: El 8 de diciembre 1996, un mes después de las celebraciones de los cincuenta años de la ordenación sacerdotal de Karol Wojtyla, unas antorchas enormes iluminaron a la Plaza de San Pedro. Su brillo llegó hasta las ventanas del Palacio Apostólico: “el fuego de la fraternidad”, como lo describió el Papa. Esas altas llamaradas que resplandecieron en esa noche de Roma, simbolizaron—en las palabras del Papa—que “Cristo es la verdadera luz que alumbra a las penumbras del mundo”.

Juan Pablo II, Quien atravesó a todo el globo terráqueo a lo largo y a lo ancho proclamando a  la Palabra del Evangelio y atestiguando acerca de Cristo, dice a todo el mundo que Cristo golpea a la puerta de cada persona. El Santo Padre nos pide que no temamos abrir la puerta de par en par a Quien es el comienzo y el fin de todo (…)

Padre Prelado Piero Pennacchini, Secretario del Estado