Durante aquellos años…

Durante el sermón que KarolWojtyla dio el día de su inauguración en la Plaza San Pedro, fue evidente que Su herencia, la de una historia trágica, y de Su sólida fe, lo establecerían como un papa muy diferente. Dijo: “No teman! Abran la puerta de par en par a Jesús!…” Esa invocación se convirtió en la contraseña, o mejor dicho en la base que iluminó Sus enseñanzas, Su gobierno, y Su misión universal.

Juan Pablo II quiso ser el testigo de cada hombre. Del hombre quien representaría la imagen de su Creador, el que poseería extraordinarios, intocables derechos—empezando por el derecho a la vida (…) Al mismo tiempo el papa Wojtyla deseó ser el testigo de la esperanza. Una esperanza verdadera, para la humanidad dividida, temerosa, la que experimentaba una gran injusticia, y la amenaza de una guerra nuclear.

El Papa Polaco quiso también ser el testigo de la esperanza para la Iglesia que en esa época se estaba recluyendo en sí, en sus problemas internos. Para la Iglesia dividida por los contrastes y tensiones post-conciliares, en vez de oponerse a la ola de secularismo y a la gradual marginalización del cristianismo.

Durante esos años, solamente Juan Pablo II estuvo convencidoque el proceso de secularización ya había agotado sus posibilidades en la manera más peligrosa y severa—abriendo la posibilidad para un nuevo retorno de la Fe. Asimismo el Papa estuvo convencido que ciertos teoremas fueron temporarios, como si fuesen escritas en la arena, pero que dominaban no solo la cultura y la política, pero también en los ambientes de la Iglesia.

Publicado con el permiso del Padre Cardinal Estanislao Dziwisz—“Junto al Santo”

Traducido al español por Jadwiga Orzechowska-Ancaya