Caminó unos pasos y metió la nota en una ranura de la pared

Siguiendo a las huellas de los recuerdos, quisiera contar acerca de un gesto más del Santo Padre Juan Pablo II. No lo hizo para llamar la atención de los periodistas o de otras personas—lo hizo por su profunda fe. Hablo de la Pared de los Llantos en Jerusalén.
El Santo Padre leyó suavemente la nota que tenía en su mano. Era una suplicación para el perdón, con la que se había dirigido al pueblo judío. Ya la había leído una vez en la Basílica de San Pedro, y deseó traerla aquí, a Jerusalén. Luego de dar unos pasos, metió la nota en una ranura de la Pared de Llantos.
Varias veces medité cómo me había impresionado ese gesto del Papa a los judíos. Recibí la respuesta pocos días más tarde cuando leí uno de los periódicos locales. Encontré en él una declaración de Elie Wiesel, judío, laureado con el Premio Nobel de la Paz: “Cuando era pequeño, tenía miedo de acercarme a una iglesia—ahora todo cambió…”
Con el permiso del Padre Cardenal Stanislaw Dziwisz—“El Testimonio”

Publicación TBA comunicación del marketing, Varsovia 2007

Traducido al español por Jadwiga Orzechowska-Ancaya