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Quería Volver a Polonia (Juan Pablo II…)…)

Quería volver, debería haber vuelto. Por muchos años, desde 1972 estuve preparando el jubileo de San Stanislaw (Estanislao), para que en el año 1979 poder celebrar el novecientos aniversario de su muerte, y al mismo tiempo terminar el sínodo de la diócesis de Cracovia. Pero todo eso no era tan simple. En ese tiempo, la tripulación (bajo el gobierno Soviético), podría no tener la libertar de estar de acuerdo con mis planes. Puede ser que el viaje a Méjico ayudó para que se presentaran nuevas circunstancias que facilitaron mi viaje a Polonia.

…durante mi primera peregrinación a mi Patria, junto con las multitudes unidas en las oraciones, (…) invoqué al Espíritu Santo.

No es posible entender el pasado de la nación polaca—esa milena comunidad, que decide por cada uno de nosotros, por mí—sin la intervención de Cristo. Si rechazaríamos la llave que abre el misterio de nuestra nación, nos expondríamos a un mal entendimiento. No nos entenderíamos a nosotros mismos.

Por eso suplico como el hijo de la tierra de Polonia, y asimismo como el papa Juan Pablo II, suplico desde el fondo de este milenio (…), suplico con todos Uds.:

Que descienda el Espíritu Santo!

Que descienda El Espíritu Santo!

Y que renueve el semblante de la tierra.

De esta tierra.

Entonces, digo con Cristo: “Reciban al Espíritu Santo!” (J 20, 22). Y digo con el Apóstol: “No apaguen al Espíritu!” (1Tes 5, 19). Y digo con el Apóstol: No entristezcan al Espíritu Santo!” (Por. Ef 4, 30). Tienen que ser fuertes mis queridos hermanos y hermanas! Tienen que fortalecerse con la fuerza que da la fe! Tienen que ser fuertes!

Hoy, más que en las épocas del pasado, necesitan Uds. esa fuerza. Tienen que ser fuertes con el poder de la esperanza, la que trae una felicidad completa de la vida, y la que no entristece al Espíritu Santo! Tienen que ser fuertes con la fuerza del amor que es más poderoso que la muerte!

En los tiempos difíciles del pasado, (…) era un llamado derivado de la fe. La fe de que Dios actúa, y que con la fuerza del Espíritu Santo renueva y santifica todo. Era un llamado para renovar el semblante de la tierra, esta tierra. (…) No sabíamos entonces que forma tomarían las transformaciones de Polonia. Hoy ya sabemos. Sabemos a qué profundidad ha penetrado la acción del poder de Dios—El que libera, cura, y limpia.

Como podemos hoy no agradecer al Dios Único en la Santa Trinidad, por todo esto que en la perspectiva de los últimos años, vemos que ha sido Su respuesta a nuestros llamados y a nuestras súplicas!

Juan Pablo II “Autobiografía”

Publicación Literaria Sp. Z.o.o.

Traducido al español por Jadwiga Orzechowska-Ancaya