El Papa era indestructible

No hay duda de que los gendarmes que cumplen la función de policía papal y protegen al Vaticano, aumentaron considerablemente sus actividades desde el momento que se formó el pequeño Pais del Vaticano, el 11 de febrero, 1929. Desde entonces, su función ha sido no solo proteger el  “microscópico” órgano nacional, pero también a todas las zonas extraterritoriales, como la residencia de verano, Castel Gandolfo, el palacio en Letrán, la Basílica de Nuestra Señora Mayor, y la Iglesia de San Pablo Atrás de los Paredones.

Valentino Pinci, entró a servir a tal gendarmería con algunos de sus colegas, con quienes compartió diez extraordinarios años de servicio y de acontecimientos excepcionales—así en el Vaticano, como durante los viajes apostólicos por el mundo.

  “Éramos como cien personas en la gendarmería”, dijo Pinci. “Trabajábamos mucho en esa época. Teoréticamente, el servicio diario básico abarcaba seis horas diarias, pero en realidad fueron muchas más horas. El Papa Juan Pablo II era indestructible.  Continuamente atendía a muchísimas reuniones, fiestas, audiencias, celebraciones en la basílica del vaticano, y en las demás basílicas patriarcales. También atendía a muchas ceremonias en otros lugares, y visitaba a las parroquias en el territorio de la diócesis de Roma.

 “Nosotros siempre permanecíamos al lado del papa—hombro en hombro con la otra formación responsable por Su seguridad personal: la Guardia Suiza Papal.”

Magdalena Wolinska-Riedi, “Pasó en el Vaticano”

Publicación Znak, Cracovia 2020.