A veces parecía que el Papa defendía El solo a las reglas morales. Se daba cuenta que una cosa es la evaluación de los “medios sociales”, y otra la opinión de la gente, aun los no-católicos. Aquí es donde Karol Wojtyla demostró Su genio—no depender de la prensa, y no caer en el pesimismo. Siempre repetía: “En la Iglesia se halla Cristo”. “Luego de la tormenta vendrá la calma”. “Después del invierno llegará la primavera”.
Otra de Sus batallas fue la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte. También en este caso tuvo que intervenir la oficina educativa de la Iglesia. Apareció la encíclica Evangelium vitae. Y nuevamente, en este caso, la voz del Santo Padre parecía ser la única en el desierto del egoísmo y del conformismo. El parecía ser el último bastión en contra de la “civilización de la muerte”, la que permitía legalmente el aborto. Sobre todo después que varios parlamentos se vieron en posición de establecer la frontera entre vida y muerte.
Esos fueron los tiempos tan caóticos acerca del aborto, que sus prácticas entraron a ser legales. En un documento preparado para una conferencia en Cairo—teniendo que ver con los temas del desarrollo y la población—fue sugerida una defensa demográfica. Dicha ley consideraría el aborto como un método aceptado de controlar a las familias. Esa proposición fue presentada por una de las instituciones del ONZ!
Al principio Juan Pablo II parecía luchando solo. Pero con el tiempo, en todo el mundo, crecieron voces y se formaron misiones en defensa de la vida, aun entre la gente laica. En Roma surgió El Instituto de la Familia, y también en otros países nacieron instituciones similares. Pero en el horizonte apareció otro problema—esta vez referente a la familia.
Con el permiso del Padre Cardenal Estanislao Dziwisz—“El Testimonio”.
Publicación TBA, comunicación del marketing. Varsovia 2007.
