Cada persona puede leer el pontificado de Juan Pablo II, basándose en las creencias personales e ideas. Pero no se puede negar que—y este es el motivo que me decidió a rendir este testimonio—de que Karol Wojtyla pudo proponer de nuevo el problema de Dios. Lo hizo durante el tiempo cuando Dios aparentemente desapareció del horizonte de la sociedad. Tampoco se puede negar que Karol Wojtyla pudo tomar de la mano al hombre de hoy, ayudándole a encontrar a las huellas de Dios en su propia historia. O sea a encontrar el sentido de su propia humanidad en un mundo inclinado a despreciar a todo lo que es: otras personas, las virtudes, y a los sentimientos.
Y si Karol Wojtyla lo pudo lograr, es porque siempre subrayó a lo que es la primacía de Dios, pero al mismo tiempo demostró una preocupación por la condición y los asuntos del hombre. Subrayó que el ser humano es capaz de tener grandeza y unicidad, pues en cada persona El vio a la imagen del Dios Creador.
Con el permiso de Stanislaw Dziwisz—“Al lado del Santo”
Publicación San Estanislao BM. Cracovia 2013